Diego Roia nació en Córdoba en 1983 y eligió Traslasierra como lugar para vivir y crear. Formado en diseño gráfico, encontró en el arte un modo de reconocer el mundo: un ejercicio de intuición, hallazgo y asombro.

Su práctica dialoga con el territorio. Recolecta minerales, ramas, fragmentos de revistas y libros, para incorporarlos en obras que parecen traducir el lenguaje silencioso del paisaje. En la serie El viento no dice su nombre, trabajó con fotografías fotocopiadas intervenidas con tintes de plantas nativas, resinas y arcillas, dejándolas expuestas al sol, la lluvia y el viento para que también el entorno inscribiera su huella. El resultado son piezas frágiles y vitales, selladas con cera de abejas, que conservan la memoria de su paso por los elementos.

 

En paralelo, desarrolla collages donde lo tangible y lo intangible se entrelazan en paisajes en movimiento. A partir de revistas y libros antiguos, o incluso de fragmentos de sus propias obras dañadas, construye capas que exploran la tensión entre destrucción y transformación, fondo y figura, vacío y aparición.

 

Su obra fue distinguida con el Primer Premio en el VIII Premio AAMEC de Fotografía Contemporánea 2024, reconocimiento que subraya la profundidad técnica y conceptual de un trabajo atravesado por lo efímero y lo persistente.

Radicado en Traslasierra, Roia continúa elaborando un lenguaje en el que la materia, el tiempo y el territorio se conjugan para dar forma a presencias que invitan a una mirada atenta y contemplativa.